El slow food es un movimiento que se fundó en 1986 de la mano de Carlo Petrini en Italia. Surgió como protesta de la cultura del fast food, reivindicando el placer y el disfrute de comer tranquilamente, a la manera de toda la vida.
La cultura slow food tiene tres principios interconectados basados en la calidad:
1. El buen producto fresco y sabroso, que debe formar parte de la cultura local, ser de temporada, dekilómetro cero y preferiblemente, ecológico.
2. Una producción y consumo que no dañe al medio ambiente, al bienestar animal ni a la salud humana.
3. La lucha por un comercio justo, tanto unos precios que sean accesibles a los consumidores, como un pago razonable a los productores.
La recuperación de la cultura gastronómica de cada región o filosofía Km 0 se centra en rescatar todas las costumbres culinarias de los pueblos utilizando los productos locales que se han producido en una extensión no superior a 100 km.
Este movimiento apuesta por la utilización de productos naturales, aquellos que han salido directamente de la tierra sin pasar por ningún proceso de conservación. Incentivando el producto local y el bienestar humano a través de una comida sana y de calidad.
Los métodos tradicionales de cultivo son mucho más respetuosos con el medio ambiente y por ende con el producto, generando un producto natural y con mayor sabor que los producidos a gran escala.
Disfrutar de la comida como uno de los placeres de la vida hace que nuestro día a día sea más relajado y lento en contraposición del ritmo de vida acelerado que tenemos todos. Por este motivo el símbolo del slow food es el caracol. Utilizado como uno de los estandartes de este estilo de vida debido a su lentitud.
La Asociación Internacional de Slow Food ha creado numerosos proyectos relacionados con la gastronomía. La Fundación Slow Food de la Biodiversidad defiende la biodiversidad de los productos y tradiciones culinarias. Por otro lado, la Fundación Terra Madre apoya el crecimiento de comunidades de cocineros (conocidos como eco-chefs), nutricionistas, académicos y jóvenes que trabajan por un sistema alimentario sostenible. Por último, en 2004 inauguraron la Universidad de Ciencias Gastronómicas situada en Bra, Italia.